martes, 5 de octubre de 2010

Bombay









Creo que me toca pedir mil perdones porque el último mes he estado demasiado ausente… eso no quiere decir que me haya olvidado de las cosas y que no tenga intención de escribirlas. Desde que fui a Bombay en agosto puede decirse, literalmente, que no he parado. Primero fue el viaje, luego la boda india, los diez días en Santander, la vuelta, las nuevas clases en IBM, el viaje a Hampi, …Podría seguir con la lista pero solo serviría para llenar líneas y líneas sin contar realmente todo lo que he visto y hecho este último mes. Así que toca empezar por el principio y volver a ese 14 de agosto en el que aterricé en la ciudad con la industria del cine más grande del mundo.

Tenía muchas ganas de ir a Bombay. Había oído cantidad de cosas sobre la ciudad, aunque si tengo que ser sincera y sobre todo en los dos últimos años la relación más directa era con la película Slumdog Millionaire. A pesar de eso no me senté a verla hasta semanas antes de ir.

Lo primero que hicimos nada más llegar fue ir a casa de Manisha. Su familia es de Rajasthan pero ella lleva viviendo allí toda su vida. En su casa viven su hermano y su madre. La madre nos recibió con los brazos abiertos, era la primera vez que venían amigos de Manisha a su casa y se la veía nerviosa porque todo estuviera bien. El tema del idioma fue un problemilla porque apenas hablaba inglés, pero bueno, nos entendimos como pudimos. Hablaba en maratí, una de las lenguas más extendidas la India.

Después de instalarnos salimos a cenar algo. Era tardísimo pero nos moríamos de curiosidad por ver algo de la ciudad aunque fuera tan de noche. Estuvimos dando un paseo por una zona de playa pero enseguida se puso a chispear y nos tuvimos que volver. Lo primero que me llamó la atención de Bombay fue que, a diferencia de Bangalore, había gente por la calle a cualquier hora del día. Los restaurantes y los bares no es que cierren muy tarde tampoco, sobre la 1.30 de la madrugada, pero aun así la gente está por las calles y se ve más vida que en otras partes… Pero claro, si tenemos en cuenta que es una ciudad con alrededor de 20 millones de personas… normal que haya gente por la calle, por haber hay gente hasta debajo de las piedras.

Nada más levantarnos la madre de Manisha nos preparó un riquísimo Masala chai. Me encantan los tés de la India, el sabor es completamente diferente. Una vez listos nos dispusimos a recorrer las calles de Bombay. Nunca se me olvidará aquel 15 de agosto, día de la Independencia India y fiesta nacional. Cogimos un tren desde Santa Cruz (zona donde vive Manisha) hasta Churchgate. El recorrido en tren fue como de película… No había puertas y la gente se subía prácticamente en marcha. Se colocaban tanta cerca de las entradas que parecía que se iban a caer… Iban agarrados de las barandillas pero con medio cuerpo fuera…La verdad es que la sensación de que te de todo el aire en la cara es una pasada, pero a mí me daba un poco de miedo… Dicen que muere mucha gente por ir así… Otra de las cosas que me sorprendió es que hay vagones únicamente para hombres y otros para mujeres (en el de éstas últimas hay cantidad de vendedores ambulantes que te intentan llenar el bolso de productos de maquillaje, gomas, pendientes etc). En el andén ves como cada uno está colocado en un sitio.

Una vez en Churchgate nos dirigimos en autobús a Chatrapathi Shivaji Railway (CSR), más conocida como Victoria Terminus (VT). Es una de las estaciones de tren más conocidas e importantes de Bombay. En 2008 dos terroristas entraron en el hall principal y lanzaron tres granadas a la gente. Murieron más de 50 personas en el atentado.

Desde allí nos pusimos a caminar por toda esa zona. Se trataba del área británica de la ciudad y evidentemente se notaba, tanto en los edificios, que me recordó indudablemente a Londres, como en la amplitud y construcción de las calles. Poco a poco fuimos llegando a la Gateway of India, monumento al que muchos indios acuden el día de la Independencia. La plaza estaba hasta arriba y nosotros fuimos ese día otro de los atractivos turísticos de la ciudad. Sin darnos cuenta la gente empezó a rodearnos y a no parar de mirarnos. Sólo nos falto montar un espectáculo y que nos echaran dinero ;). La gente nos pedía que nos hiciéramos fotos con ellos, pero llegó un momento en el que nos empezamos a agobiar y decidimos salir de todo ese barullo.


Fue un día de muchísimo calor, así que nuestro siguiente paso fue tomarnos algo bien fresquito en una terraza en lo alto de un hotel (unos de los lugares preferidos de Manisha). Tenía unas vistas impresionantes, se veía todo el mar y nos sirvió para descansar un poco.

Sin darnos cuenta habíamos llegado a Colaba. Fue una de las zonas que más me gustó de la ciudad. Las calles estaban llenas de gente, puestos por la calle, cafeterías chulísimas, tiendas de antigüedades…. Nos paramos en un puesto de zumos y frutas y ¡ale! a comer piña, ¡que calor!

Esa tarde fuimos al National Center for the Performing Arts a ver un concierto por el día de la Independencia. El teatro, o lo que fuera, estaba en la zona de Marine Drive, un paseo larguísimo cerca del mar. Desde allí pudimos ver en la lejanía lo inmenso que es Bombay, las diferentes zonas y alturas de los edificios.

Esa noche cenamos en Chowpatty Beach, en una zona de la playa con cantidad de puestos para comer. Es lo que llaman Street food. En la gran mayoría de ciudades de India no es seguro comer en la calle, pero Bombay es muy famoso por ello, y desde luego nos pusimos las botas. Probé el Khada Pav Bhaji y el Cheese Pav Bhaji, una especie de pisto riquísimo que se acompañaba con pan.

El segundo día en Bombay fuimos a Dharavi, una de las mayores zonas de Slums de toda Asia. Esto es sin duda lo que más me impresionó de la ciudad y del viaje: miles de personas que viven en chabolas que apenas se mantienen en pie, en cubículos que no llegan a medio metro cuadrado pero que a pesar de vivir así son tremendamente felices. Sonríen las 24 horas del día y te invitan a sus casas sin dudarlo. Te piden que te hagas fotos con ellos y se emocionan al verse en las pequeñas pantallas de las cámaras.

Según lo que he leído y me han contado, vivir en uno de los slums suele costar unas 185 rupias al mes (unos 3 euros más o menos). A pesar de ser habitaciones con espacio reducido, normalmente tienen gas y electricidad. Muchos de ellos tienen pequeñas televisiones y los más afortunados hasta video. Dentro de Dharavi existen pequeñas industrias que exportan plástico, cuero, ropa bordada etc. Nosotros entramos en un taller donde hacían todo tipo de prendas de piel. Hacía un calor horroroso allí dentro y apenas podíamos estar de pie ya que el techo era bajísimo. Nos contaron que trabajaban unas 16-18 horas diarias.

La sensación con la que te vas de allí es extraña. Comparas tu vida con la de toda esa gente y ves la diferencia entre nacer en un sitio o en otro. Pero luego les miras a la cara y sonríen, y te das cuenta de que son felices así… y que la gran mayoría de ellos no conocen nada más…Se levantan cada mañana, como cualquiera de nosotros, se ponen el uniforme y se van al colegio… y al volver juegan en la calle hasta que se hace de noche… No sé, son diferentes maneras de verlo supongo… desde luego pasar por allí no te deja indiferente. (La película de Slumdog Millionaire se rodó aquí)

Cuando salimos de allí fuimos a comer algo y volvimos a la playa de Chowpatty a descansar un rato. Es increíble la cantidad de basura que tiene esa playa, es que hay mierda por todas partes, y por supuesto olvídate de bañarte….

Para terminar el día fuimos a Haji Ali, una mezquita situada en una península sobre el mar. Como era el mes del ramadán todos los musulmanes que estaban allí esperaban a que se pusiera el sol para comer. Estuvimos allí esperando para verlo y una vez que empezaron a comer nos fuimos. Cada uno tenía su propia comida y estaban sentados en pequeños grupos.

Esa noche fuimos a un bar a celebrar mi cumpleaños. Era la primera vez que lo hacia fuera de casa y desde luego fue imborrable. A las 12 me pusieron el cumpleaños feliz y me llenaron de regalos y cuando todo cerró nos fuimos a seguir la fiesta al aeropuerto. Esa noche nos acompañaron dos chicos de Barcelona con los que Manisha había quedado a través de CouchSurfing. Fue muy divertido y ¡oye! no todos los días se cumplen 24 años en Bombay y se baila en un aeropuerto… Otra de las partes divertidas de la noche fue la vuelta a casa en rickshaw… apenas podía avanzar por la cantidad de agua que había en las calles debido a la lluvia y a nosotros nos entró un ataque de risa tremendo. Nunca había visto tanta agua… era como estar subida en un barco en medio de la ciudad pero con ruedas… El conductor se agobió muchísimo y nosotros (Kati, Andi y yo) no paramos de reír en todo el trayecto. Llegamos a casa empapados…

El tercer día en Bombay estuvo pasado por agua. Ya la noche anterior había llovido mucho pero es que durante el día fue exagerado. Daba exactamente igual que te pusieras chubasquero que no, era imposible caminar por esos ríos de agua. Nuestro día se redujo a ir de tiendas y a comer en un restaurante con la madre de Manisha. Esa noche algunos se volvieron a Bangalore por trabajo y otros llegaron para pasar el último día en Bombay.

Y como todo en esta vida… llegó el cuarto y último día. Yo tenía muchas ganas de ver el Dhobi Ghat, una zona inmensa al aire libre donde cientos de personas lavan su ropa a diario en filas y filas de piedra (hay aproximadamente 1026 pilas de piedra). El Dhobi Ghat de Mahalaxmi es uno de los más antiguos y grande de Bombay. Fuimos hasta allí en tren y una vez dentro un señor nos explicó un poco como funcionaba. De la ropa que allí lavan mucha es nueva y se pueden ver cuerdas y cuerdas con camisas o pantalones iguales. Había incluso una zona dedicada a los sarees.

Por la tarde estuvimos viendo el Hanging Garden, uno de los parques de la ciudad. También paseamos por una zona llena de tiendas de loza, pero enseguida empezó a llover otra vez y tuvimos que irnos a casa. Tardamos como dos horas en atravesar la ciudad por el tráfico y cuando llegamos no tuvimos casi tiempo de hacer nada, hicimos la mochila muy rápido y fuimos corriendo al aeropuerto…

Antes de terminar de hablar sobre el viaje quiero escribir sobre los Dabba-Wallahs. En Bombay, y solo allí, hay unas 5000 personas que cada mañana se levantan y recogen bolsas de comida de diferentes restaurantes o casas (preparadas por madres o mujeres) y las llevan en bici, tren o en sus propias cabeza, diluvie o haga sol, a los miles de trabajadores a sus oficinas. Esta práctica se viene llevando a cabo desde hace cientos de años y según las estadísticas sólo se equivocan al entregar la comida una vez cada seis millones de entregas. Nosotros estuvimos con uno de ellos por la calle y llevaba la bici llena de termos, botes y bolsas. Me pareció increíble que pudiesen recordar a quién tienen que llevar cada cosa… es impresionante.

Una de las cosas que me hubiera gustado ver pero que fue imposible por el poco tiempo fueron los estudios donde graban las películas de Bollywood. En realidad creo que tienes que tener un poco de enchufe para pasar pero bueno, nunca se sabe. Lo que si suelen hacer mucho las productoras etc. es buscar a extranjeros por las calles para que hagan de extras en las películas. Por eso no es de extrañar que te paren por la zona de Colaba y te pregunten si quieres ser actor por un día. Hubiera sido divertido…

Y eso es todo… Bombay me sorprendió para bien… tiene muchas cosas en común con otras partes de India, pero es tan tan grande y hay tanta gente que no te cansas de hacer y ver cosas. Supongo que si vives allí durante toda tu vida acabes cansándote del tráfico y del agobio de la ciudad, pero desde luego como ciudad para visitar en la India es totalmente recomendable. Yo tuve la suerte de verla con alguien de allí y de conocer cosas que como turista te pierdes…