miércoles, 3 de agosto de 2011

Bye Bye Bangalore

Ahora sí que sí esto llega a su fin y toca hacer una reflexión sobre los últimos 7 meses en la otra parte del mundo. Tengo que reconocer que estuve a punto de rechazar la beca por miedo a la distancia que hay entre mi casa y la India, por miedo al tiempo que tenia que estar fuera sin poder ir y venir cuando yo quisiera, por miedo a sentirme sola... ahora solo puedo decir que es lo mejor que he podido hacer y que a quien tengo que dar las gracias por animarme a ir es a mis padres. Sé que sin un empujoncito no me hubiese atrevido y puede que haya sido unas de las mejores experiencias de mi vida. Recuerdo la primera semana, me sentía desubicada, sola, no me atrevía a cruzar la calle y solo pensaba en volver... Me sentaba en las escaleras de mi calle y llamaba a mi madre llorando.. Tenía que darme más tiempo.

El tiempo fue pasando y empecé a conocer a gente de todas las culturas y partes del mundo. Gente con la que no hubiese tenido contacto nunca si no me hubiese ido. Comencé a hacer mi vida en un país totalmente diferente, a comprar frutas y verduras mientras una rana saltaba entre mis pies y a ver normal las vacas por la calle. Aprendí a valorar la suerte que supone nacer en un país o en otro, a convivir con gente tan diferente a mi...

Nunca pensé que lo fuera a echar de menos, fueron muchos momentos de echar de menos muchas cosas, pero ahora que he vuelto y ha pasado el tiempo lo sé. La India es un país caótico, pero algo tiene que hace que la gente se quiera quedar. En mi caso no fue así aunque sí tengo claro que volveré algún día para poder viajar y ver todo aquello que no pude.

Echaré de menos y recordaré siempre Victoria Layout, esa casa desastrosa llena de bichos pero que tanto me hizo reír: la lavadora maldita que inundaba el suelo, el filtro para beber agua, el sonido de los pájaros al despertarse, el altavoz de la mezquita llamando a la oración, las lagartijas del baño, los after-parties... pero sobre todo a Poupoute, Gloria y Manisha, mis compis de piso y ahora amigas. En realidad siempre fuimos muchos más en ese piso, así que echaré de menos gente durmiendo por los huecos de la casa y los couch surfings de Manisha.

El instituto, donde tan nerviosa me he puesto y tanto me he desesperado, pero al que gracias he aumentado un poco la confianza en mi misma y he valorado que puedo hacer las cosas bien.

Al chico del café y del chai a media mañana, llegando en su bici con los termos colgando. Los puestos de fruta por la calle y la piña que tantos días me ha salvado de morir de hambre o del dichoso arroz a todas horas. Las calles, los rickshaws, los colores, los agujeros y suciedad. El ir al supermercado y no saber que comprar. Las fiestas en el hotel, los viajes, las largas distancias. Pero sobre todo la gente que he conocido( Poupoute, Gloria, Manisha, Javi, Joy, Belén, Ashwini, Rodik, Kosta, Katy, Andi...y tantos otros...), las historias que me han contado y las cosas que he aprendido.

Va a ser una experiencia difícil de igualar. Me alegro de haber podido terminar este blog y de que quedé por escrito todo lo que he vivido allí. Leerlo dentro de unos años y recordar un país como la India estoy segura que solo me traerá buenos recuerdos.

Ahora solo queda despedirme y dar las gracias a todos los que me habéis leído. Y gracias también por la despedida en Bangalore, por estar conmigo hasta que me subí al avión de vuelta y por no querer que me fuera.

¡Hasta el próximo viaje!




Indonesia-Malasia

Todo trabajo tiene su recompensa y la mía fue en uno de los paraísos más grandes que he conocido. Después del agobio de noviembre y diciembre, de las noches casi en vela y el trabajo los 7 días de la semana, llegó el esperando y tan ansiado viaje a Indonesia y Malasia.

La idea surgió de rebote. Belén me comentó que quería ir a ver a una amiga suya española que estaba trabajando en Singapur. Quería pasar unos días allí y luego irse a Bali el resto del tiempo. Desde que llegué a la India, y una de las principales razones por las que acepté la beca, mi intención siempre fue viajar. Como habéis podido comprobar eso no ha sido del todo posible, aunque al final no me lo monté tan mal para tener tan pocos días libres.

Yo también quería hacer algún viaje antes de terminar mi estancia en la India, así que organicé mi clases en el instituto de tal forma que me quedaran 10 días justo al final. Lo hablé con Belén y le pareció una idea genial. Ella no viajaba sola y yo conseguía plan de viaje.

El viaje comenzó por separado. Belén se fue dos días antes a Singapur y nos reuniríamos el tercero en Bali. Así que yo, con mi mochila a cuestas y una larga noche por delante, terminé mis clases y me subí en un taxi camino del aeropuerto de Bangalore. El plan de vuelo era el siguiente: Bangalore-Kuala Lumpur, noche en el aeropuerto de KL, y a las 9 de la mañana, Kuala Lumpur-Bali. Llegaría allí sobre las 12 de la mañana, y Belén se uniría a las 7 de la tarde. No era la primera vez que hacía un viaje sola en avión estando en la India, el problema era que tenía que pasar toda la noche en el aeropuerto de KL, algo que a mi madre no le hizo mucha gracia. Nada más aterrizar, intenté buscar un sitio cómodo en el que poder instalarme, pero me entró el hambre y el McDonals en estas situaciones siempre ayuda. Después de un intento fallido al querer pagar con tarjeta y tener que cambiar dinero arrastrando todos mis bártulos por el aeropuerto, conseguí sentarme en una mesa dispuesta a comerme una gran hamburguesa. Una vez en mi estómago, decidí leer un rato para que el tiempo se pasara más lento. Pero el sueño se fue apoderando de mí y tuve que medio tumbarme en la mesa pegando alguna cabezada que otra. Cuando me desperté eran las 3 o 4 de la mañana y todavía quedaba mucho tiempo hasta el siguiente avión. A mi lado había una niña china, de unos 7 u 8 años, bastante regordeta y disfrutando esa hamburguesa más que cualquier persona en ese Mcdonals. Me hizo mucha gracia la situación. Recogí mis cosas y me puse a deambular por el aeropuerta en busca de otro sitio donde sentarme. Al final elegí un Starbucks. Me tomé un chocolate y me puse a escuchar la conversación de una pareja que hablaba en español. Las horas fueron pasando y por fin embarqué, la primera claro ;). El viaje se me hizo cortísimo, yo solo pensaba en dormir.


Llegué a Bali con unas ganas locas de dejar todas mis cosas en el hotel e irme por fin a darme un baño. Después de sacarme el visado de llegada y ver una cantidad de guiris australianos increíble, cogí un taxi que me dejó en el hotel que Belén y yo habíamos reservado para la primera noche. ¡Qué hotel! Me quedé alucinada con la primera impresión... Hice el check-in con un zumo de bienvenida, dejé mi mochila en la habitación (que era como de peli, con una puerta de madera que se cerraba como con una tabla y una miniterraza) y me fui a la piscina directa. En ese momento,y durante algún tiempo, tumbada en la hamaca con un sandwich, sentí una tranquilidad total y comprendí un poco más a la gente que se va de vacaciones sola. Toda esa paz se terminó cuando empezaron a caer las primeras gotas. Me subí a la habitación y me quedé dormida hasta que llego Belén.


Nuestro hotel estaba en la zona de Seminyak, al oeste de la isla. Era una zona pegada a Legian y Kuta, zonas más turísticas, de fiesta y tiendas. Esa primera noche decidimos cenar algo por allí y ver un poco el ambiente, al día siguiente queríamos levantarnos pronto y aprovechar el día. Ya por la mañana intentamos reservar en ese mismo hotel para el resto de días, pero no había sitio. Así que nos pusimos a buscar otro sitio del mismo precio más o menos ( en el que estábamos estaba tirado para cómo era). Para ello decidimos alquilar dos motos (Belén nunca había montado) y nos reímos muchísimo. Íbamos de hotel en hotel preguntando, hasta que al final dimos con uno cerca del nuestro. Después de instalarnos de nuevo, cogimos las motos camino de la playa. (Para echar gasolina tuvimos que parar en una especie de puestillo que tenía la gasolina en botellas de vodka absolut). Ese primer día nos fuimos hasta la playa de Jimbaran, la verdad que un poco lejos para ir en moto, sobre todo porque nos tuvimos que meter en una carretera no tan pequeña y de vuelta a casa nos perdimos la una de la otra (sin pajolera idea del camino ni de la isla), llegando yo primero al hotel y esperando preocupada a Belén que no tenía móvil... Finalmente apareció y nos reímos de todo. También estuvimos en Kuta, una playa más masificada. El segundo día, ya sin motos, cogimos un taxi que nos llevo más al sur de la isla, a la playa de Padang Padang. Era una cala muy pequeña a la que se accedía bajando unas escaleras y atravesando unas rocas. Fue el día que más bueno hizo, tanto calor que no se podía estar ni en la toalla. Nos bañábamos cada dos por tres, en un agua de esas azules, transparente. Cuando se fue el sol nos acercamos a uno de los sitios más bonitos que he visto nunca, Ulu Watu, lugar para hacer surf por excelencia. Un conjunto de acantilados y montañas con casitas en medio con unas vistas impresionantes y un montón de surferos en el agua. Estuvimos sentadas un rato en una especie de “terraza” mientras hacíamos fotos y mirábamos el mar. Por último nos acercamos a un templo en la misma zona. También estaba en lo alto y tenía vistas todavía más impresionantes. Estaba lleno de monos que se dedicaban a quitar cosas a la gente, había que tener mucho cuidado de no llevar nada que pudieran coger. Tuvimos que taparnos las piernas con una tela azul.

El tercer día estuvimos en la zona de Dreamland y Balangan, una playa bastante escondida pero preciosa. Estábamos solas y volvimos a disfrutar mucho del día de playa. Lo mejor vino más tarde, cuando en un intento de coger un taxi para volver al hotel (estábamos en medio de la nada, sin circulación) entramos en lo que pensábamos que era una casa y resultó ser el paraíso: un hotel increíble, un resort como con cabañas pequeñas y unas piscinas impresionantes. Belén y yo nos quedamos alucinadas y preguntamos si podíamos tomarnos algo allí y utilizar la piscina. Así que eso hicimos. Estuvimos en la gloria, fue un autentico lujo. Finalmente nos pidieron un taxi desde allí y volvimos a nuestro hotel. Se llamaba La Joya, y que joya....

El cuarto y último día hizo malo. Lo dedicamos para ir al norte de la isla y visitar Ubud. Queríamos conocer la cultura de Indonesia y eso hicimos. Era una zona llena de templos y arrozales, con artesanos y familias dedicadas a la talla de madera y máscaras balinesas, cometas, cuadros...Una zona muy tradicional. Conseguimos entrar en la casa de una familia y alucinamos viendo como vivían. Que sensación tan diferente. Otra de las cosas que nos llamó la atención fue la hospitalidad de la gente, que en seguida se mostraba dispuesta a ayudarte con lo que fuera. Estuvimos también en un mercado que tenía millones de cosas. Después de comer en un restaurante típico balines, nos pusimos a seguir una especie de procesión con gente tocando etc. Lo que nosotras no sabíamos era que estamos detrás de un funeral. Llevaban un caballo negro en el que luego metieron un cuerpo para quemarlo. Nos quedamos mucho tiempo viendolo, nosotras y medio pueblo. Al parecer era el funeral de dos hijos de dos reyes, o dos reyes, no me acuerdo bien, pero vamos que era algo especial, no hacían eso cada vez que alguien se moría. Había un montón de música, gente tocando y señoras vendiendo “pareos” que hacen a mano para cubrirse las piernas. Todos los turistas mirábamos perplejos. Al final se puso a diluviar y no vimos como terminaba la quema de los dos cuerpos.

Se nos echaba el tiempo encima y queríamos visitar el últimos templo antes de irnos de Bali. Nos hicimos un amigo mientras veíamos el ritual que nos consiguió un taxi (bueno, un amigo suyo al que pagamos) y nos llevo hasta allí. Se llamaba Tanah lot. Parte del templo estaba en mitad del mar, de manera que cuando subía la marea la gente que allí trabajaba pasaba nadando e incluso llevaba cosas en la cabeza mientras cruzaba. También había un montón de surfistas.


Durante nuestra corta estancia en Bali hicimos un montón de comprillas, tenían cosas chulísimas, como pañuelos, zapatos... y en general todo era más barato que en España, pero nada que ver con la India claro. Un día salimos por la noche en Legian pero no nos gustó mucho el ambiente, así que decidimos no hacerlo más. Conocimos algunos restaurantes guays (el últimos día cenamos comida típica en un restaurante que habíamos visto en Españoles por el mundo) y bares para tomar algo de tranquis increíbles. El mejor de todos fue Kudeta, que aunque era tremendamente caro, decidimos darnos un homenaje y tomarnos una cerveza mirando el mar.

Y así se terminó el viaje a Indonesia. Me gustó mucho y fueron 4 días de relajación total. Me quedo con la tranquilidad, las vistas, los colores, el agua.....

Ahora nos esperaba nuestra visita fugar a Malasia. Cogimos el avión muy pronto por la mañana dirección Kuala Lumpur. No teníamos nada reservado, así que nada más aterrizar y con mochila a cuestas nos pusimos a patear la ciudad de los edificios altos en busca de donde dormir. Finalmente encontramos un hotelillo tirado de precio ( nada que ver con los dos de Bali claro) encima de dos o tres restaurante de comida china donde olía a fritanga que te morías. Pero nos daba igual, solo era para una noche y estaba en el centro centro. Dejamos las cosas, nos pegamos una ducha y nos pusimos a patear la ciudad.

La primera impresión fue de volver a mi mundo real. Una ciudad mucho más occidental, con calles, tiendas, trafico normal... Una ciudad moderna y llena de edificios altos, pero sobre todo limpia. No pudimos subir a las Petronas pero tengo que decir que desde abajo impresionan muchísimo. Madre miá, ¡qué altas!

También nos dedicamos a la lucha del reloj. Mi padre y mi primo Pablito me habían encargado que les comprara relojes de imitación, que al parecer es bastante famoso allí. Pues eso hicimos. Nos fuimos a un mercado en el que solo había puestos y puestos de relojes. Tras marear a Belén mucho, compré lo que me habían pedido, aunque casi pegándonos con uno que quería timarnos.

La verdad es que no es una ciudad muy grande y en día y medio da tiempo de sobra a patearse el centro. Se echaba de menos un poco de vida normal.... Al final terminamos cenando en un restaurante español que nos supo a Gloria.

Y así terminó nuestro querido viaje, con pena pero contentas porque quedaban 2 días para volver a España.. Empezaba la cuenta atrás. Llegar a Bangalore, empaquetar y volar.

jueves, 21 de julio de 2011

Fiesta de sarees y Oktoberfest en India



Durante el mes de octubre fuimos a una especie de Oktoberfest pero en India. Estaba montado a las afueras de la ciudad, en un reciento en el que se suelen celebrar fiestas religiosas etc. Fuimos Ashwini, Rodik y yo más amigos indios de Ashwini. Allí también vi a Belén y Maialen. El complejo estaba lleno de escenarios con conciertos, barras de cerveza por todas partes, algún juego que otro..La verdad que nos lo pasamos bien excepto por la pelea del final... Un amigo de Ashwini se enfrentó a otro y hubo un poco de lío. Al final nos acabamos marchando de mal rollo, sobre todo Ashwini... Rodik (que es ruso pero vive en Alemania) disfrutó muchísimo, por un momento parecía que estabamos en Munich de verdad.



Otra de las cosas que tengo que comentar de octubre fue la fiesta de sarees que organizamos en casa de Vidya. En realidad la idea inicial era ir a un “evento” religioso que se organizaba en un recinto. Asistir a la puja primero (ritual religioso que se realiza en numerosas ocasiones para presentar respeto a ídolos.) y después dar una paseo por la larga pasarela de puestos con diferentes tipos de comidas, la gran mayoría de ellas de Calcuta.

Estuvimos en casa de Vidya vistiéndonos y haciendo el tonto, y como no, nos entretuvimos tanto que llegamos cuando la puja se había terminado. Al final nos dedicamos a probar cosas que nos iba diciendo Joy, que estaba encantado de comer platos de su tierra.






miércoles, 20 de julio de 2011

Nivel 2 y comienzo de despedidas




Durante las últimas 2-3 semanas estuve dando clase a los que he considerado uno de mis mejores grupos. Es verdad que al principio me agobié mucho con los horarios, eran muchas horas de clases y luego tenía que irme hasta Tarang, tenía la impresión de que no daba abasto (y ellos menos, que tenía que explicarles todo en 2 semanas, todos los tiempos de pasado, futuro etc), pero luego mereció la pena. Por primera vez, mis alumnos me propusieron hacer planes más allá del instituto y fue realmente divertido. Organizamos una cena en casa de Prachi (ella había sido su profesora en nivel 1) y resultó genial. Comimos hasta una especie de gambas, pero como no... con salsa picante ;)

Justo antes de volverme a España, alumnos de dos grupos me propusieron salir a comer-cenar en plan despedida. Los últimos días fueron una autentica locura, así que decidí juntarlos e ir a comer mi último día de instituto. Por aquellos días Gloria ya se había ido a España y Poupoute y yo estábamos extresadas dejando la casa vacía.

La comida me dio mucha pena, se notaba que me apreciaban un montón y que no querían que me fuera. Varios de ellos tuvieron algún que otro detalle conmigo y una de ellas se trajo a sus hijas pequeñas, que me conocían de oír a su madre hablarles de mi.

La verdad es que fueron 2 grandes grupos con lo que yo también aprendí.


Fiestas Ives, Embajada española y nuevas amigas




Justo antes de irme de viaje con Adri y Paula, una amiga india me dio el teléfono de una chica española que al parecer estaba con la misma beca que yo en Bangalore pero en una empresa diferente. Por aquella época me apetecía conocer gente nueva y después de dudar un montón si llamar o no, decidí mandarle un mensaje. Hablamos y acabé cenando en su casa con ella (Belén), otra chica española, Maialen, y algún extranjero más. Ese día fui a mi primera fiesta Ives. Y ahora es cuando os preguntareis qué es eso. Pues bien, se trata de un club que organiza fiestas y eventos en Bangalore. Todos los guiris suelen ir a las fiestas, hay una pagina web en la que te registras y te avisa de todo lo que se mueve por la ciudad. Maialen llegó antes que nosotras, en enero o así, y Belén (que trabajaba con ella) lo conoció por medio de ella. Además el jefe de ambas (Ricardo) estaba muy metido en cosas de la ciudad, llevaba en Bangalore muchos años. En 10 minutos me enteré de que había mucha más gente española de la que yo pensaba, y de que se veían de vez en cuando.

La primera fiesta a la que fui fue en un hotelazo de 5 estrellas. Es paradójico porque parecía que estábamos en cualquier lado menos en la India; listas para entrar, tacones, gente vip.... Nada más llegar, Belén empezó a presentarme a un montón de gente: indios, franceses, ingleses, australianos, sudamericanos.... Era como conocer otro mundo dentro del mismo Bangalore. Me lo pasé realmente bien.

A medidas que iba pasando el tiempo fui haciendo más planes con ellas. Cafés, cine, compras, más fiestas... Llegamos incluso a ir a una que organizaba la Embajada Española en uno de los mejores hoteles de la ciudad. El Embajador, o Consul, no lo recuerdo, se había encargado de invitar a todos los españoles residentes en la ciudad por medio de Ricardo. Y ese día fue cuando conocí a todo el mundo. Primero hubo un espectáculo de flamenco mezclado con bailes indios, me encantó. Después un cóctel donde conocí a algunas chicas que habían sido profesoras del Instituto Hispania antes que yo y que lo habían dejado por los mismos motivos que todos pensábamos: mal pagado, miles de horas y fines de semana ocupados. Todas ellas, por diversas razones, habían decidido quedarse en la India y trabajaban ahora en otras empresas. Fue una noche divertidísima en la que me inflé a comer comida española ( jamón serrano, paella, quesos, tortilla..) y en la que terminé bañándome con vestido, medias y tacones en la piscina del hotel. Luego fueron tan amables de dejarnos unas toallas...


Otra de las actividades que recuerdo de estos días fue una exposición en una galeria-casa que estaba llena de homosexuales. La verdad es que nunca me llegué a enterar bien de que iba el rollo, había incluso un concierto dentro de una habitación, pero de lo que sí me di cuenta fue de que los/las protagonistas de las fotos era Hijras, que no sé si lo he comentado alguna vez pero son “miembros de un tercer sexo, intermedio entre los géneros masculino y femenino. La mayoría son varones o intersexuales, pero algunas son mujeres. La mayoría de los hijras se refieren a sí mismas en femenino y suelen vestir como mujeres. A falta de un censo oficial las estimaciones oscilan entre 50.000 y los 5 millones de hijras tan sólo en la India”. Fue una noche diferente, con la correspondiente pelea en el rickshaw que no me quería dejar en la calle que le había dicho y le amenacé con llamar a la policía.


jueves, 26 de mayo de 2011

House Warming Ceremony


Cómo ya escribí hace tiempo, la secretaria que trabajaba con nosotras en el instituto, Ramya, nos dejó a finales de septiembre al quedarse embarazada. Pues bien, el 10 de octubre nos invitó a todos a la inauguración de su nueva casa. Al parecer, en la India, es tradición antes de irse a vivir a un nuevo piso hacer una serie de “ritos”. A pesar de la estrechez de algunas calles en los diferentes barrios, las familias instalan carpas alargadas donde se colocan mesas y los invitados se sientan y se les sirve comida (hoja de platano y, como no, arroz con diferentes salsas. Yo era evidentemente la única guiri y todo el mundo miraba lo nula que era para comer con la mano...). Pero lo más importante es la oración que tiene lugar dentro de la casa. Nosotros (fuimos Albin, Prachi, Anil, la chica de la limpieza y yo) llegamos un poco tarde y nos los perdimos, pero Ramya me contó, más o menos, en qué consistía. La pareja, junto con un “cura”, rezan y hacen oraciones en una de las habitaciones. Las ofrendas me recordaron un poco a las que había visto en la boda, un recipiente con agua y lleno de hojas y flores. Además, en la parte de arriba de la casa, en la azotea, se coloca fruta troceada ( creo que era calabaza o coco, no me acuerdo bien) para tener buenas vibraciones y ahuyentar las energías negativas.

La verdad es que me resultó interesante ver todo aquello. Ramya me contó que a partir de ese día ya podían dormir allí, pero no antes. Nos enseño la casa y además nos dio un regalito al final, unos dulces y dos copitas de plata pequeñas. No estuvimos mucho tiempo, pero mereció la pena ir. Además se veía que era un barrio tranquilo y no muy barato, o al menos eso me dijo Prachi. Recuerdo que nos costó mucho llegar hasta allí y que nos reímos muchísimo en el rickshaw mientras andábamos perdidos.

Todavía conservo la invitación que Ramya no envió a Manisha, Gloria y a mí ( ellas no pudieron ir) . Esto es lo que decía:


Sri Thripurasundari Krupa

Smt. Ramya Urs & Sri. Kashyap S Raj

(S/o Smt B. Vijaya Urs & Sri Subramanya Raje Urs, Agrahara Mysore

Solicit your gracious presence & blessing

with your family on the occasion of the

House Warming Ceremony

of their newly constructed house

SHASHWATHI”

On Sunday the 10th October 2010 at 11.30

Lunch: 1.00 pm

Venue: 269, 4th 'C' Main Road, 4th Phase,

J.P. Nagar, Bangalore 560078


Best compliments from: Smt B. Radha & Sri M.N Srikanta Raje Urs, Mysore.


Os dejo algunas fotos de ese día. Como veréis llevo puesto un kurta.


jueves, 19 de mayo de 2011

Tarang

Creo que después de todo el tiempo que ha pasado toca sentarse y terminar lo que comenzó hace justo un año. Aquel 22 de mayo de 2010 me subía a un avión rumbo a un país cultural y geográficamente desconocido para mí. Ya han pasado cinco meses desde mi vuelta y no quiero terminar esta experiencia única sin dejar escrito mis últimos días allí.

Tras los días que pasé con Adri y Paula en Goa y Kerala, me dí cuenta que apenas me quedaba un mes en la India. Me propuse aprovecharlo al máximo y disfrutar de lo que llevaba viviendo los últimos seis meses.

En el instituto cambiaron un poco las cosas, pasé a tener muchísimo muchísimo trabajo. Decidieron que empezara a dar clases en una empresa de software llamada Tarang. Pero además de eso, tenía clases por las mañanas de nivel 2, con un grupo que resultaría ser de los mejores que tendría durante mi estancia allí. Tarang estaba situado a las afueras de la ciudad, concretamente en Whitefield Road, en Hoody. Todos los días a mediodía venía a buscarme un coche de la empresa. Además de recogerme a mí, se subían otros tres o cuatro empleados por el camino. He de reconocer que los primeros días estaba super cabreada con el Instituto por hacerme ir tan lejos a dar clase y encima pasarme una hora de ida y otra de vuelta hasta llegar al sitio. Pero luego todo resultó mejor que bien y estuve muy a gusto allí. El trayecto era francamente divertido. Generalmente estaba muy cansada, me acostaba tarde y empezaba las clases pronto por la mañana, así que mi intención siempre era poder dormir un poquito durante esa hora de viaje. ¡La verdad que resultaba imposible!. Primero recogíamos a uno de mis alumnos, algo raro, la verdad. Siempre andaba pululando con el móvil o mp3 y esperaba a que recogiésemos al segundo para hablarle de los últimos hits. Éste último vivía en una zona que me llamó bastante la atención. Algunas partes eran más humildes que otras, llenas de casas pequeñas y chabolas, puestos de fruta, tiendillas, modistos cosiendo en mitad de la calle, niños descalzos con uniforme corriendo o sentados en montículos de arenilla.... Pero luego podías ver a gente como este chico, trajeao, y al que recogíamos para ir a trabajar. La última de la cola era una de las secretarias, que por lo que me contaron no era muy agradable y además no hacia nada.

El edificio tenía varias plantas, yo trabaja en la segunda. Ahora es cuando me toca explicar a qué se dedicaba la empresa y qué es lo que tenía que hacer yo exactamente. Se trataba de una especie de call center que intentaba vender minutos para llamar en diferentes chats. Me explico. La empresa tenía un convenio con una empresa canadiense. Pues bien, gente de Estados Unidos y Sudamérica llamaba a la India para elegir un tipo de linea, comprar minutos y llamar luego entre diferentes estados estadounidenses o en el suyo propio. Había diferentes tipos de linea: chicos con chicas, chicos con chicos, chicas con chicas... Y en la empresa había dos equipos, el de español y el de inglés. En el de español trabajan varios uruguayos y algún indio, y en el de inglés casi todo indios. Mi función era practicar español con tres indios, de manera que pasaran una especie de examen ( una llamada que les hacían desde Canadá) y fuera capaces de responder llamadas en el equipo de español. Al principio me agobié mucho, les expliqué, tanto a mi jefa como a los de la empresa, que necesitaba que me facilitaran material para prepararme las clases, saber como era esas llamadas, como se hacían las ventas etc. Antes de empezar las clases, Tarang me mandó no se cuantos emails con power points sobre las diferentes líneas, explicándome en que consistía cada una. Y la verdad es que no me sirvió de nada, y me enfadé ;). Le dije a mi jefa que no quería hacerlo, que tenía muchísimas clases ya y que no daba a basto, y menos con algo que no tenía sentido alguno (en las diapositivas sólo salían anuncios tipo ¿quieres hablar con las chicas? ¿pasar un buen rato? E iba acompañado de una foto de una tía medio en bolas). Les había pedido posibles preguntas de clientes y conversaciones reales entre los teleoperadores y los clientes, de manera que pudiera hacerme una idea de cómo tenía que hacer la clase. El primer día fui cabreadísima, seguían sin pasarme nada y encima había tardado como una hora y media en llegar. Me dediqué a repasar con ellos conjugaciones verbales y dudas que tuvieran. Eran tres chicos jóvenes que habían estudiado español años antes, hasta niveles altos, pero lo que necesitaban era practicar; entender entendían perfectamente. Ese día, el jefe me dijo que uno de los uruguayos me acompañaría los primeros días para ayudarme un poco. Al final fuimos él (Germán) y yo los que decidimos como hacer la clase. Se quedó conmigo todos los días y fue el que más me explicó cómo eran las dichosas llamadas. Nos dedicábamos a simular llamadas; los indios nos vendían los paquetes de minutos y él y yo eramos los clientes. Después subíamos a la sala donde se hacían las llamadas reales, y con los cascos y el ordenador volvíamos a simularlas pero esta vez con datos verdaderos de clientes que aparecían en el ordenador. He de reconocer ahora que terminé pasándomelo genial, que tanto el grupo de uruguayos (siempre me acompañaban a comer a la azotea de la empresa, donde había un restaurante, y me invitaban a mil planes) como los alumnos de Tarang fueron majísimos y que nos reímos mucho durante todas las clases. El último día me regalaron un cuaderno con cosas escritas en sus diferentes idiomas (Hindi, Tamil...) y ahora, de vez en cuando, me escriben.






Lo del restaurante en la azotea era como un "comedor" para los empleados. Lo pongo entre comillas porque eran cuatro mesas plantadas, pero me encantaba comer allí al aire libre. Había dos partes, una en la que podías coger comida gratis, la pagaba la empresa (siempre arroz con salsas), y otra en la que había un paisanin al que podías encargar noodles y 3 cosas más. Ahí estaba él con una especie de cacerola mezclando todo... :S. Los uruguayos y yo siempre le pediamos a él, al menos sabiamos que eso no nos hacia daño....